La principal ventana de exhibición de las películas y una de las fuentes más importantes de recaudación de ingresos en esta industria ha desaparecido de golpe.
Por Tomás Atarama. 24 julio, 2020.La experiencia de asistir al estreno de una película es una actividad imposible de plantear en estos días. Pasillos llenos de fans, salas abarrotadas de personas, largas colas para comprar canchita y tertulias improvisadas a medianoche, antes de ingresar a la película, son algunas de las postales que la mayoría de cinéfilos extrañamos. Sin embargo, la salud está primero.
Los cines están cerrados. La principal ventana de exhibición de las películas y una de las fuentes más importantes de recaudación de ingresos en esta industria ha desaparecido de golpe. En Francia, Inglaterra e Irlanda se intentó no cerrar las salas y pasar a un modelo de asistencia reducida; finalmente, se terminó por imponer el cierre completo de los cines. En este escenario, la gran pregunta es ¿volverá algún día la vida a ser como antes? Aunque es difícil adelantar una respuesta contundente, lo incuestionable es que en el corto plazo esto no será posible.
En Perú, las cadenas más importantes ya han adelantado que están diseñando protocolos de bioseguridad para reabrir en cuanto el Gobierno dé luz verde a esta actividad. Sin embargo, aún es incierto si es que el público se planteará regresar a un ambiente que, por definición, supone la conglomeración de gente.
Es previsible que tendrá que transcurrir un tiempo antes de que las personas recuperen la confianza en estas actividades. Por ejemplo, el Museo Nacional del Prado en Madrid, instalado ya en la nueva normalidad, ha tenido una afluencia de visitantes que representa solo el 14% en comparación con el mismo mes en el 2019. Es posible que los primeros meses de las reaperturas de los cines se tenga una asistencia entre el 10% y el 20% de lo normal. Y sigue siendo imposible proyectar un estreno con todas las salas llenas a medianoche.
La respuesta de la industria audiovisual, que ya registra pérdidas millonarias, ha seguido dos estrategias. Por un lado, los grandes estrenos que estaban programados para marzo y abril han sido postergados para noviembre (aún sin fecha exacta) y, por otro lado, tenemos algunas apuestas particulares para lanzar las películas en streaming. Esto no es algo totalmente novedoso, experiencias como las de Roma y El Irlandés marcaron, no hace mucho, una tendencia que se potenciará con este contexto.
Este es un momento clave para pensar las dinámicas de distribución y consumo de la industria de entretenimiento. Netflix fue, en su momento, un ejemplo de innovación que transformó la distribución en este sector. Hoy, corresponde pensar fuera de las estructuras tradicionales para plantearse fórmulas en las que la experiencia de consumir una ficción genere valor para los creadores y para la audiencia.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.